A propósito de la muerte del represor Héctor Febres

Sabía mucho y calló todo*

La impunidad sólo genera más impunidad y la muerte del represor Héctor Antonio Febres lo confirma. Una vez más, la Justicia llegó tarde: Febres se murió impune.

En la ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada) funcionó uno de los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio más grandes que hubo durante la dictadura: allí fueron alojados alrededor de cinco mil detenidos-desaparecidos. Y ahí estaba el represor Héctor Febres, que junto con los genocidas Emilio Massera, Adolfo Schilingo y muchos otros decidían sobre la vida y la muerte de los desaparecidos y, en el caso de Febres, también entregaba a los bebés nacidos en cautiverio, en el marco del plan sistemático de apropiación de niños.

Después de 30 años de lucha de los sobrevivientes y organismos de derechos humanos, el represor Febres estaba siendo juzgado por el Tribunal Oral en la Federal Nº 5 (TOF5) en el marco de la megacausa ESMA. El viernes próximo se iba a conocer la sentencia en su contra, pero Febres se murió impune. Nunca, en más de 30 años, dijo qué sabía sobre lo que pasó en la ESMA: nunca dio la información que tenía sobre los detenidos-desaparecidos ni sobre dónde están nuestros hermanos que él entregó en la ESMA y hoy siguen apropiados sin conocer su identidad. Febres sabía mucho y calló todo. Por eso sostenemos que la Justicia es algo urgente, porque además de exigir la cárcel común, perpetua y efectiva para todos los genocidas, cómplices, ideólogos y beneficiarios, queremos que nos den la información que tienen y que nos ayudaría a encontrar a nuestros hermanos y saber cuál fue el destino final de cada desaparecido. Y esa información sólo la tienen los mismos autores de los delitos de lesa humanidad.

Febres gozó de impunidad hasta su último minuto de vida. Durante el juicio, cumplía su detención en una dependencia de la misma Fuerza de Seguridad del Estado a la que perteneció, la Prefectura. Ahí mismo fue donde murió, cuatro días antes de conocer su sentencia. Queremos saber qué pasó con la muerte de Febres, de qué murió, si fue una muerte natural o no. Febres no estaba en una cárcel común, como habíamos exigido, y no estuvo en los tribunales durante las audiencias, como debía haber estado; además, en esta causa estaba siendo juzgado sólo por cuatro privaciones ilegítimas de la libertad, porque no se unificaron las causas en las que está procesado. Esto es algo grave, porque además de demorar los juicios, genera que los testigos deban exponerse reiteradamente. Estas son algunas de las razones por las que decimos que éstos no son los juicios que queremos, pero son los que tenemos.

A más de un año de la desaparición de Jorge Julio López, la Justicia volvió a condenar a otro genocida a la reclusión perpetua: Christian von Wernich. Esperábamos que también en el caso de Febres la Justicia volviera a darle la condena que merecía. Pero no pudimos verlo. La impunidad permitió que Febres fuera juzgado tarde y que se muriera sin ser condenado. Si la Justicia no llega es impunidad.

* Comunicado de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Regional Capital Federal en la Red Nacional.

Comentarios

Anónimo dijo…
investiguen a uno de sus amigos íntimos un retirado de la federal diaz luis maria